Note: This article was originally published in English, translated to Spanish by Awasqa, and can be accessed here.
La semana pasada pude visitar la XI Marcha Indígena por la Defensa del Territorio, Identidad y Cultura de los Pueblos Indígenas de las Tierras Bajas, en la ciudad de Santa Cruz. El siguiente texto y fotografías son algunas de mis impresiones iniciales del encuentro de los pueblos indígenas en Bolivia.
La XI Marcha Indígena es la reunión más grande de los diversos pueblos y naciones indígenas de las tierras bajas de Bolivia desde la Marcha Indígena “TIPNIS” del 2011, y como tal, es un importante referente histórico en la experiencia del movimiento indígena y la actual lucha por la autodeterminación en Bolivia.
La marcha se origina en respuesta al renovado impulso para colonizar territorio indígena, desde la elección del gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) de Luis Arce en 2020, a través de proyectos de colonización, agroindustria, minería y extracción de hidrocarburos. La marcha también se organizó como reacción al intento de instalar un liderazgo paralelo por la fuerza alineado al MAS [Movimiento al Socialismo] en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).
El 15 de agosto, durante la conmemoración del 31 aniversario de la histórica Primera Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad de 1990, en el Cabildo Indigenal de Trinidad, los ancianos veteranos de la Primera Marcha propusieron liderar una nueva marcha para detener nuevas invasiones de sus territorios, iniciando así la XI Marcha Indígena.
La XI Marcha Indígena salió de Trinidad el 25 de agosto con solo unas pocas decenas de manifestantes, y ha ido reuniendo fuerzas a lo largo de los 37 días de marcha, y llegando a Santa Cruz, el 30 de septiembre, con 700. El papel principal de la marcha fue la rearticulación del movimiento Indígena luego de una década de división y cooptación por parte del MAS.
En lugar de comenzar con un número determinado de demandas como las marchas anteriores, los manifestantes optaron por tener una convocatoria abierta para que los participantes indígenas se unieran y discutieran su lista final de demandas a lo largo de la marcha, llegando finalmente a 16 puntos.
La asamblea, abierta para debatir demandas, originó otra propuesta salida de la XI Marcha, la convocatoria de un “Parlamento Indígena”, independiente de partidos políticos y basado en normas y prácticas indígenas.
La formación del Parlamento Indígena es una respuesta al fracaso por parte del “Estado Plurinacional” de incluir estructuras indígenas y cumplir con la promesa de la autodeterminación indígena y el gobierno autónomo indígena, a más de 10 años después de la aprobación de la Constitución Plurinacional en 2009.
La formación del Parlamento Indígena tuvo que superar disputas internas y la desconfianza, luego de 10 años de divisiones que obligaron a los líderes indígenas a tomar partido entre partidos políticos rivales, sin embargo, la asamblea finalmente logró una estructura básica para presentar sus demandas «cara a cara» al Gobierno.
Hasta ahora, el gobierno ha ignorado su solicitud de debatir la lista de demandas en forma igualitaria con el presidente Arce y el vicepresidente Choquehuanca, optando con enviar solo ministros que piden que la marcha se subordine a la organización indígena paralela patrocinada por el estado, para escucharlos.
La marcha considera que los principales obstáculos para que sus demandas sean escuchadas de manera justa en el debate público, provienen de la desinformación y difamación por parte del partido del MAS y los medios estatales, así como la cooptación y confusión creada por la oposición política de la derecha. Consideran que su lucha es independiente de los partidos políticos.
La estrategia de la marcha, en respuesta a los intentos de desviar la atención de sus demandas por medio de una polarización ideológica y política, es reiterar sus principios: fundamentalmente desean la plena aplicación de sus derechos, ya reconocidos y consagrados en la Constitución Plurinacional y las convenciones internacionales.
Una estrategia basada en derechos no es simplemente una respuesta a la polarización política bajo el actual gobierno del MAS, sino que es una estrategia a largo plazo, porque saben por experiencias pasadas que bajo cualquier gobierno (ya sea de izquierda o de derecha) sus demandas son tratadas como un «inconveniente» para los que están en el poder.
La marcha no ve ningún esfuerzo actual serio por parte del gobierno de Arce para entablar un diálogo con el Parlamento Indígena por lo que han solicitado a la comunidad internacional (ONU, UE, CIDH, IWGIA) que reconozca sus demandas. Están a la espera.
Más allá del reconocimiento limitado que esperan obtener en sus demandas por el respeto a sus territorios ancestrales, la marcha indígena es un ejercicio de educación hacia las nuevas generaciones en la herencia de su lucha por la autodeterminación y los ideales de justicia.