Los pueblos indígenas tienen el pasado y el futuro de los alimentos en sus manos

El 9 de agosto es el Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, una celebración sobre la singularidad de las tradiciones Quechua, Huli, Zapoteca y miles de otras culturas, pero también de la universalidad de las papas, bananas, frijoles y el resto de alimentos que nutren al mundo. Estos cultivos no surgieron de la nada. Fueron domesticados por miles de años y continúan bajo el cuidado de los pueblos indígenas. En este día damos gracias a estas culturas por la diversidad de nuestra comida. Así es, incluso en un mundo y un sistema alimenticio globalizados. La mayor parte de la diversidad de cultivos—y ganado—todavía se encuentra en regiones donde han perdurado por más tiempo, adaptándose a extremos climáticos, plagas y enfermedades a través de interacciones milenarias con culturas humanas que también hemos resistido nuestras propias tormentas y pandemias. Conocidos como regiones primarias de diversidad agrícola y ganadera, estos lugares son fundamentales para la viabilidad presente y futura de los sistemas alimenticios. También son el hogar de múltiples pueblos indígenas. Durante siglos, la diversidad de cultivos ha enriquecido al mundo, sin embargo, fueron a su paso arrebatados de las manos de los pueblos indígenas. Esa historia sólo ahora está cambiando a medida que el resto del mundo empieza a dar a los agricultores indígenas el respeto que merecen. Las iniciativas comunitarias como el Parque de la Papa, en la  región principal de diversidad de la papa en los Andes del Perú, están formando conexiones con esfuerzos de conservación en todo el mundo, bajo los propios términos de los agricultores.
Seis comunidades quechuas establecieron el Parque para asegurar la sobrevivencia de miles de cultivos tradicionales de la papa. Luego, co-diseñaron un acuerdo único con el banco de germoplasma del Centro Internacional de la Papa en Lima y la Asociación ANDES, una organización sin fines de lucro, para devolver 410 variedades de papa nativa a las comunidades del Parque. Los científicos las habían recolectado de las comunidades de la región a partir de la década de 1960, pero muchas desaparecieron de los campos de los agricultores en las últimas décadas. Ese primer acuerdo condujo a una mayor colaboración para la investigación y monitoreo, y hoy la diversidad del Parque se conserva en los campos de cultivo de los agricultores, en los nuevos bancos comunitarios de semillas, en el banco de germoplasma del CIP en Lima y, como respaldo de seguridad final, a 7,000 millas al norte en el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, donde los agricultores indígenas que las depositaron allí aún conservan sus derechos sobre sus semillas. Los agricultores indígenas y cocineros de las principales regiones de diversidad son resilientes. Saben todo sobre cómo superar tiempos difíciles. A pesar de todo, han persistido: a través de la pérdida del acceso a la tierra y otros recursos; bajo la industrialización, los subsidios y acuerdos comerciales que socavan los medios de vida rurales; a través de luchas civiles y negligencia política. A menudo, trabajando en lugares de topografía extrema, se han enfrentado a los impactos más severos de la catástrofe climática. Este año han sido golpeados de manera desproporcionada, amenazada incluso su propia existencia, por la pandemia de COVID-19.
Photo: Parque de la Papa Facebook page
En algunos países, legislación finalmente está siendo impulsada para respetar los derechos a los conocimientos tradicionales y a los modos de vida. Sin embargo, todavía se necesita una transformación mayor para corregir las injusticias, asegurar el acceso a la tierra y generar una mayor variedad de oportunidades en la alimentación y la agricultura. Creo que un agente clave de esta transformación será una red global que ya está comenzando a unir a los administradores de tradiciones alimentarias en las regiones primarias de diversidad. El potencial se evidencia en las conexiones directas que las comunidades indígenas están haciendo con los chefs, la sociedad civil y los esfuerzos comerciales para crear, juntos, oportunidades de mercado para alimentos locales nutritivos y con resiliencia agrícola. Es alentador que los consumidores muestren cada vez más disposición a probar diversos alimentos, y de igual manera, reconozcan el trabajo de las comunidades agrícolas. Un auge en el desarrollo basado en la comunidad y una comercialización más amplia de productos elaborados con la diversidad de cultivos y ganado locales es una pequeña señal del gran cambio que se avecina. Otra oportunidad emergente para las comunidades indígenas es la mayor capacidad para aprender de los éxitos y desafíos de otros. Si bien las comunidades en las regiones primarias de diversidad a menudo mantienen una amplia lista de especies domesticadas y silvestres, sus sistemas alimenticios generalmente se centran en unas pocas especies clave. Las papas y la quinua en partes de los Andes; maíz y frijoles en Mesoamérica; bananos y tubérculos en las tierras altas de Papúa Nueva Guinea: estos alimentos emblemáticos pueden ser pilares en torno a los cuales se pueden coorganizar redes mundiales de custodios de la biodiversidad agrícola, basándose en las redes existentes de agricultores indígenas y a pequeña escala. Uno de aquellos esfuerzos está siendo organizado por la Red Internacional para los Pueblos Indígenas de las Montañas (International Network for Mountain Indigenous Peoples). Inspirado en el Parque de la Papa, ahora incluye comunidades en Bolivia, China, Ecuador, Etiopía, Guatemala, India, Kenia, Kirguistán, México, Papúa Nueva Guinea, Perú, Filipinas, Taiwán, Tayikistán y Tailandia, cada uno organizado alrededor de diferentes cultivos emblemáticos indígenas. Con el tiempo, el enfoque inicial en cultivos relativamente «carismáticos» se puede aprovechar para beneficiar a otras especies menos conocidas y también a sus protectores. Expreso esperanza y entusiasmo al ver a las comunidades indígenas lograr el reconocimiento en el ámbito de las políticas locales, nacionales e internacionales, y ver cómo fortalecen su trabajo al buscar colaboraciones basadas en el respeto mutuo. Ese tipo de colaboración puede llegar a escalas dramáticamente diferentes, desde los campos, hogares y mesas de los agricultores, hasta acciones comunitarias como bancos de semillas locales, hasta los grandes bancos públicos de genes que hacen de la conservación de cultivos un esfuerzo global y un bien global. Mientras tanto, corregir los desequilibrios que perjudican a las comunidades indígenas y subestiman la diversidad que éstas generan y mantienen, significará replantear esta diversidad y sus procesos bioculturales engendrados como activos comunitarios centrales. Celebrar a los indígenas el 9 de agosto no se trata solo de tener una fiesta; ayuda a mantener la diversidad y la comunidad en pie, mientras la globalización cambia el terreno que pisamos. PARA MÁS INFORMACIÓN:
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Alejandro Argumedo

Alejandro Argumedo

Alejandro Argumedo es Director de Programas y Líder de los Andes Amazonía de la Fundación Swift (www.swiftfoundation.org); Es un reconocido activista por los derechos alimentarios de los pueblos indígenas que actualmente se desempeña como coordinador internacional de la Red Internacional de Pueblos Indígenas de las Montañas (INMIP).

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