El desastre climático, los conflictos de interés y la esperanza

Photo by Markus Spiske on Unsplash
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¿Quién pone las reglas en las cumbre climáticas? ¿Cómo se definen las representaciones? ¿Qué peso tienen las delegaciones? Gracias a un análisis del listado de participantes, difundido por las organizaciones Corporate Accountability, Corporate Europe Observatory (CEO), Glasgow Calls Out Polluters y Global Witness ahora sabemos que en la Cumbre de la COP 26, la delegación más numerosa fue el cabildeo de fósiles de carbono. Con un total de 503 integrantes, representantes de las corporaciones de combustibles fósiles y empresas asociadas tuvieron acreditación y acceso a todos los eventos: los mismos responsables de la destrucción del planeta y la contaminación global.

Según el informe publicado ayer, el número de delegados del cabildeo extractivista exceden el número de delegados de ocho de los países más afectados por la crisis climática: Puerto Rico, Myanmar, Haití, Filipinas, Mozambique, Bahamas, Bangladesh y Pakistán. Los 503 delegados representan a más de 100 compañías extractivas y 30 asociaciones comerciales. Hay el doble de delegados de este cabildeo que el número de delegados indígenas.

“La presencia de cientos de personas a las que se les paga para impulsar los intereses tóxicos de las empresas contaminantes de combustibles fósiles solo aumentará el escepticismo de los activistas climáticos… Ya no hay tiempo para distracciones del greenwashing o promesas corporativas sin sentido que no coinciden con las soluciones esperadas,” declaró Murray Worthy de Global Witness.

Los llamados “líderes” del mundo reunidos en la Cumbre Climática muestran a la prensa su preocupación por la crisis que vive la humanidad toda, hablan sobre los compromisos que sus países estarían dispuestos a asumir para remediar o paliar los efectos del efecto invernadero, mientras impulsan políticas públicas que benefician a empresas extractivistas. 

Pero, por fortuna, la sociedad civil global ya no espera pasivamente por soluciones gubernamentales para resolver el problema que ya viven los países empobrecidos que aunque no son responsables de la mayoría de emisiones globales de carbono, siguen siendo expoliados por los poderes responsables de la contaminación global.

Los pueblos originarios y decenas de miles de activistas climáticos, de todas las edades se han desplazado a Glasgow para no solamente ser testigos, sino para demandar ser incluídos en los debates, porque los gobiernos no escuchan a sus ciudadanos, no atienden las preocupaciones ni las soluciones al desastre climático que vivimos. 

Gracias a ellos, hoy sabemos que la propaganda sobre la inclusión de opiniones de los pueblos indígenas, por ejemplo, ha sido una farsa, y que les han ofrecido asientos cómodos en salones privados,donde son libres de ver las sesiones de la Cumbre por televisión. Mientras que los cabilderos extractivistas conviven con los presidentes, hablan con ellos, y les aconsejan con dinero, siempre con dinero.

Sabemos que han permitido que un selecto grupo de jóvenes ambientalistas den discursos en la ceremonia de inauguración, pero no se les permitió participar en los debates. Que, como ocurre en todos los países, los llamados líderes mundiales no se enteraron de las movilizaciones en las calles, porque se encontraban aislados, como siempre, en la burbuja que se crea para que, precisamente, no se enteren de esas cosas molestas.

Y ahora sabemos, además, que a pesar de los esfuerzos institucionales por parte de algunos organismos de Naciones Unidas, que han tratado de regular las reglas sobre un Conflicto de Intereses para participar en estos eventos, el cabildeo extractivista tiene espacio para manipular los acuerdos, poniendo al mercado por sobre los derechos humanos y de la Naturaleza. Los países representantes de casi el 70% de la población global han presentado en diversas ocasiones intentos de limitar (la primera fue en 2017, y la segunda en 2018), regular, normar y prohibir la participación de los representantes de las industrias extractivas en las cumbre climáticas, pero sin resultados.

Mientras los líderes mundiales de los países determinantes, que no son otra cosa que hombres de negocios metidos a políticos, sean los únicos que decidan nuestro futuro como humanidad, seguiremos observando una mano extendida sobre la mesa y la otra bajo la mesa recibiendo cheques de la industria extractiva de combustibles fósiles para que todo siga igual.

Ahora más que nunca debemos defender a los defensores del planeta y celebrar sus logros y osadía. Activistas como los que integran la Coalición del COP26,con más de 250 organizaciones integrantes a nivel local e internacional, quienes han liderado protestas, conferencias y están ofreciendo soluciones inclusivas, integradoras y desafiantes que nos llenan de esperanza.

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