En Estados Unidos, quienes emigramos del sur de la frontera somos denominados todos latinos, provenientes de una cultura latina por hablar el español colonialista. Pero en Abya Yala nuestro origen es ricamente diverso, particularmente cuando hablamos de lenguaje, por ello, Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO) ha logrado un importantísimo paso en ayudar a visibilizar esas diferencias en la forma más significativa: los migrantes de pueblos indígenas que no tienen al español como primera lengua.
Este pasado julio, CIELO publicó un mapa de densidad de datos que demuestra que tan sólo en la ciudad de Los Ángeles existe una diáspora de migrantes provenientes de México y Centroamérica, que conjuntamente hablan más de 17 idiomas indígenas. “Las comunidades de inmigrantes indígenas desplazados en los Estados Unidos han sido subestimadas históricamente en el censo debido a que muchas están clasificadas como hispanas / latinas. Se trata de un genocidio estadístico: la eliminación de las comunidades indígenas de los registros públicos y la creación de importantes barreras para acceder a los derechos humanos básicos,” explican las integrantes de este proyecto liderado por una zapoteca nacida en Los Ángeles, Janet Martínez, y Mariah Tso, una cartógrafa de origen Diné de la Universidad de California (UCLA).
Según información recopilada por la Oficina del Censo de Estados Unidos entre 2009-2013, hay al menos 20.000 personas en los Estados Unidos que se auto identificaron como hablantes de lenguas indígenas de América Latina, 7.650 que hablan diferentes idiomas mayas. Por lo tanto, no es de extrañar encontrar una diversidad tan rica en Los Ángeles.
Fundada en el 2016 por Odilia Romero y Janet Martinez, CIELO es una organización liderada por indígenas que lucha por los derechos humanos, culturales, económicos, sociales y lingüísticos de los inmigrantes indígenas indocumentados en Los Ángeles. Mucho de su trabajo en principio giraba alrededor de la revitalización lingüística de los pueblos, lo que las llevó a realizar la primera Conferencia de Literatura Indígena en Los Ángeles, junto con el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, y un Congreso Nacional de Intérpretes Indígenas. La justicia lingüística es la clave.
A través de años de trabajo comunitario exitoso, lograron también ser reconocidas como consultoras del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) para impartir talleres de concientización cultural y convencer a la policía del LAPD que lleven consigo una “Tarjeta de identificación de idioma indígena” que incluyera instrucciones en idiomas mayas guatemaltecos y mexicanos. La idea es evitar muertes innecesarias, que es exactamente lo que ocurrió el 16 de julio con el joven indígena zapoteco Gerardo Chávez Martínez, quien recientemente fue asesinado en su casa por la policía por no entender las instrucciones que le daban en español e inglés de levantar las manos.
Pero entonces empezó la pandemia, lo que dio un giro de 180 grados a esta pequeña pero audaz organización indígena. Muchos trabajos se perdieron por el cierre de emergencia del COVID-19 y familias enteras dependientes de un salario diario se vieron en situaciones precarias. Aquellos migrantes que no perdieron su trabajo fueron entre los más expuestos al COVID-19, como trabajadores esenciales en trabajos de transporte, limpieza y comida, muchos sin acceso a un seguro médico integrado.
A pesar de ser una de las comunidades más afectadas, los inmigrantes indocumentados no tuvieron acceso a la ayuda financiera o de desempleo del gobierno nacional. Por ello, CIELO creó el Undocumented Indigenous Fund para obtener y administrar donaciones para las familias invisibilizadas por su estatus migratorio. Con una primera pequeña subvención de $10 mil dólares lograron a 38 familias en Los Ángeles y empezaron a documentar la composición demográfica de las mismas. Explican que “aproximadamente el 78,9% de los fondos se destinaron a familias zapotecas de Los Ángeles. Otro 5.3% de esos fondos fue para Mixe, 10.5% para Quiché, 2.6% para Mixtecos, 2.6% para hogares Triqui.” Pero la necesidad era aún mucho más grande.
Un año después, CIELO ha logrado recaudar a través de su Undocu-Indigenous Fund más de medio millón de dólares para ayudar a las familias indígenas de Los Ángeles, con la entrega de cheques por $400 para un promedio de 2,500 familias, con la ayuda de aliados locales como la Organización Regional de Oaxaca, el Mixteco/Indigena Community Organizing Project, Maya Visión y varias radios comunitarias bilingües.
Cada donación fue acompañada con una encuesta sobre demografía básica, tamaño de la familia, idioma de preferencia, lugar de trabajo, y con aquella recopilación de datos decidieron crear un sistema geográfico referencial y mapa interactivo que pueda incidir en políticas públicas. Más del 50 por ciento de los encuestados, que incorporan en principio 2,500 familias, con alrededor de 11,000 integrantes, respondió que su idioma de preferencia era otro al español o inglés. Ello incluye 17 idiomas, de al menos 5 grupos lingüísticos mayores.
CIELO hace su guzuna (trabajo comunitario voluntario en zapoteco) informando a las comunidades sobre la pandemia y la vacunación en sus idiomas de origen para desarrollar con éxito sus estrategias. Su objetivo es crear sistemas de justicia lingüística, acompañados de instrumentos de visibilización, con incidencia en política pública con varias alcaldías y el sistema del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, Juntas de Educación.
Un maestro de Tu’un Savi Mixteco que está ayudando a CIELO en su programa de revitalización lingüística, Claudio Hernández, habla sobre la dificultad de navegar el multilingüismo en un país donde se espera una rápida asimilación: “En California, donde el racismo de los migrantes mexicanos y los Estados Unidos chocan, los migrantes indígenas tienen que enfrentar la vergüenza que ambas naciones imponen a los pueblos indígenas. En los Estados Unidos, los migrantes indígenas tienen que sentirse cómodos navegando por otro mundo donde su idioma está excluido, donde se les presiona para sentir que el inglés y el español son importantes para la supervivencia y el éxito. Mis padres solían repetir una frase que se usa con más frecuencia para impulsar el bilingüismo inglés-español, ‘El que habla dos lenguas, vale por dos’. Esto a menudo no se aplica a los hablantes de español-indígenas porque se considera que los idiomas indígenas están por debajo del inglés y Español.»
El arraigo cultural, la identificación profunda con su ancestralidad, hace que CIELO trascienda fronteras, porque de ahí viene esa resiliencia, de haber tenido que dejar la raíz y sembrarse en otra tierra, con otras lenguas, con otros pueblos. Como nos dice Janet Martínez, en su hermosa colaboración “Resilencia zapoteca” con el proyecto Tzam-trece semillas, en relación con la pertenencia a su comunidad de origen en Oaxaca: