La palabra maya es como una semilla de maíz que cae en tierra fértil o en algún espacio pedregoso lleno de espinos al acecho de algunos pájaros hambrientos que buscan desesperadamente un ligero desayuno en la mañana. La semilla que cae en tierra fértil es la que algunos llaman prehispánica, los mayistas la ubican en alguno de estos períodos llamados preclásico, clásico o posclásico; quienes la escuchan, ya sean extranjeros o locales, muestran un asombro amigable, una admiración con cierta envidia o por lo menos de respeto, quizá porque lo primero que se figura en su imaginación es la pirámide de Chichen Itzá, Uxmal o tal vez Mayapan.
La otra semilla, la que ha sobrevivido a la colonia, a la independencia, a la reforma juarista, a la revolución y a la cuarta desamortización (creo que oficialmente le dicen transformación) lleva más de quinientos años en resistencia bajo una férrea persecución, criminalización, encarcelamiento, tortura, racismo, desaparición forzada, entre otras condiciones desfavorables para que pueda nacer, espigar y dar frutos por cien. Sin embargo, a esta vulnerable semilla le han dado un uso político impresionante, debido a que la califican de pobre, en vez de empobrecida, por quienes han abusado de ella, lo siguen haciendo a través de una narrativa nutrida de favores que le llaman apoyos o bienestar como está de moda en tiempos de cuarta.
Entonces hay una especie de esquizofrenia frente a lo maya, si es “prehispánico y muerto”, se le exalta, si está creando y recreando su vida actualmente como persona, como pareja, como niña, como abuelo, como campesino, como familia, como comunidad organizada, y sobre todo si está de necio defendiendo su territorio, entonces ese es de derecha, o de extrema derecha, es conservador, ese “solo quiere joder a la 4ta” según afirma el director del FONATUR. Pero si es ese maya que puede ser erigido en el nicho de un museo, pintado en un vestigio, exhibido en un giro comercial, o en un sitio arqueológico, entonces es atractivo, es motivo de orgullo de un pasado glorioso, es promovido en otros países, es visitado por propios y extraños, es enaltecido por su dominio científico y artístico, es decir, es vendible.
Entonces ¿qué es lo maya a día de hoy? ¿Qué es ser maya? Para aclararnos mejor la respuesta a esta pregunta, quizá sea apropiado comenzar enumerando lo que NO es maya desde nuestro punto de vista como comunidades mayas en defensa del territorio y de la identidad.
No es maya los performances que se presentan en las plazas comerciales, parques y sitios arqueológicos con fines turísticos, comerciales y políticos representados por personajes peculiares relacionados con intereses particulares o de grupos en los que se hacen ciertas actividades en torno a una fogata por quienes portan vestiduras y suvenires que hacen creer principalmente a los extranjeros que son elementos ceremoniales de la cultura maya incluyendo el famoso bastón político de la dictadura.
No es maya enseñar la lengua maya, principalmente si responde a intereses políticos partidistas, como tampoco hablar la lengua maya para facilitarle al despojador del territorio manipular a los hombres y mujeres de la comunidad carentes de información objetiva sobre los fines que tienen las empresas que acaparan el suelo maya de la península de Yucatán en complicidad con las fuerzas políticas en turno.
Lo lamentable del caso es que estos giros comerciales fundados como negocios de las grandes empresas dentro del territorio maya es lo que principalmente se conoce ahora como lo maya de la Península de Yucatán en tanto los mayas que somos de carne y hueso que seguimos sobreviviendo a la conquista y colonización nos esconden por el gobierno y sus cómplices empresarios del giro turístico, como a un secuestrado con las manos atadas, con la boca amordazada, abandonado con hambre y sed en el rincón más insalubre de la mazmorra. Esto sucede en cierto sentido con quienes aún vivimos en las comunidades pero, quienes se ven plenamente en esta situación son los jóvenes y señoritas que salen a buscar empleo en eso que ahora llaman polos de desarrollo, son los albañiles o constructores, camareras, cocineros, jardineros, narcomenudistas, policías sin rango, choferes al destajo que se ven obligados a cambiar su forma de vestir, de calzar y hasta de lengua para que en esa mazmorra pueda sobrevivir, estos son los mayas que no es lo maya que le interesa al poder empresarial y político aunque sean el tema de las campañas electorales.
Lo más curioso es que lo maya promocionado por las empresas no se parecen en nada a nosotros los mayas, como por ejemplo un hotel o un restaurante y menos un tren; lo que sucede es que lo maya del período clásico es muy atractivo para el turismo, es muy vendible la imagen del maya científico y artístico, el maya astrónomo y arquitecto, el maya urbanista y político, esto es lo que se concentra en los museos como parte del tour que se oferta por paquetes que incluye sitios arqueológicos donde vivieron esos mayas, lagunas y cenotes donde pescaron, navegaron y se bañaron, acondicionados ahora como lujosos lugares para comer, descansar y divertirse.
Al preguntarle a algunos hermanos mayas por qué ha pasado esto, sin pensarlo, como salido directo del corazón, dijo uno de ellos ¡Nos han robado! Pero no están satisfechos con lo que ya controlan, siempre quieren más, ahora vienen por todo el territorio a robar la luz del sol y la fuerza del viento, a echarnos de nuestra casa para que lo único maya que quede a encabezar los otros giros “mayas” sea ese tren de la muerte, dijo enérgica una mujer maya mientras formaba con sus manos una tortilla de masa de maíz nuevo, recién cosechado de la milpa. Además, son espacios de explotación y humillación para nuestros hijos que trabajan en esos lugares, remarcó al cerrar su palabra.
Las y los nojoch wíinik [1] nos han dejado un tsikbal [2] en el que nos comentan lo que creen y afirman que es lo maya, es decir lo que ellos y ellas son, según su entender; afirman que ser maya es creer que el ser humano no puede vivir si su entorno no tiene vida porque su vida ha nacido de esa vida fundante, su vida como mujer y hombre es emanada del agua, de la luz del sol, de la oscuridad de la noche, del viento de los cuatro rincones del mundo, de la tierra plana y montañosa, de la nube blanca y negra, del fuego que duerme en la roca, de los árboles y del maíz que nos dio su carne para caminar como un jaguar, dejar huellas como un venado y cantar como un faisán.
Las y los mayas tenemos un tipo mirada sobre la realidad, un tipo de escucha de los sonidos, un tipo de sentir el contacto con nuestro entorno, un tipo de lenguaje, un tipo de organización, un tipo de explicación o interpretación de los sucesos. Todo esto se puede resumir con base en la comprensión y puesta en práctica de una peculiar articulación de todo aquello que tiene vida, es decir, de la vida en sus diferentes formas o expresiones, considerando que cuando se daña a alguien o a algo se daña a todos, que de la vida tomamos lo que necesitamos para mantener el ciclo de nacer, crecer, reproducirse y morir para retomar otra forma de esa misma vida. Por eso afirmamos que defendemos la vida al proteger la salud del agua, la salud de la tierra, la salud del viento, la salud del monte, la salud de los animales, la salud de los pájaros, la salud de la lluvia, la salud de nuestros hijos e hijas, en resumen, la salud de nuestro territorio.
Lo maya es hablar la lengua como lo hacen los pájaros, como lo hace el viento, como lo hacen los animales que no se dejan colonizar, que no se dejan conquistar, que conocen otras lenguas y las pueden usar pero no renuncian a la suya ni por la caridad de los falsos benefactores del poder político y económico. Hablar la lengua maya no corresponde a un programa sino a un estilo de vida, a una identidad vinculada con todas las formas de vida; en nuestras familias, los animales que conviven con nosotros como los gatos, perros, cerdos, pavos y gallinas también hablan maya con nosotros, los llamamos y vienen o los regañamos y se repliegan. Hablar maya es natural de día y de noche, en el conflicto o en el amor, en los compromisos o en las bromas, en la casa o en la calle.
Lo maya es hacer los ritos agrícolas, ritos por la salud, ritos para la protección y ritos por las celebraciones familiares. Todos los ritos en la Península de Yucatán son diálogos que se realizan con Yuum iik’ [6], son encuentros familiares entre los que vivimos en la carne y los que viven en el iik’ [7], la mediación de este diálogo o conversatorio es el píibil waaj [8], el sakab [9] y el báalche’ [10]. Principalmente, son el canal, son los símbolos de una relación saludable para crear el espacio y el ánimo para hacer nudos del pensamiento con la palabra que brota del corazón de la comunidad, siempre comunitario, en casa que es la comunidad donde todas las familias son una sola en torno al Xya’axche’ [11], Siipche’ [12] y el Báalche’.
Lo maya es fortalecer nuestras creencias, algunos le llaman mitos, otros le dicen cosmogonías y algunos más aventurados le llaman brujería o idolatría. Lo cierto es que estas creencias son en buena parte lo que nos hace mayas, creemos que somos de maíz, creemos que somos apenas una forma de vida como las plantas, como las flores, como los pájaros; creemos en el acompañamiento de la Xtáabay [13] a nuestras formas de vivir, sus apariciones son alertas, son mensajes de nuestros Yuumtsilo’ob [14] y X Ko’olebilo’ob [15]; creemos en el J Wáay [16] como la presencia de esa otra vida más plena, trascendente; creemos en la fuerza de Yuum Cháak [17], de Yuum K’áax, de Yuum iik’, de Yuum K’áak’ [18], de Yuum K’áak’náab [19], de Yuum K’iin [20], de X ki’ichpan Na’ Uj [21] que mantienen saludable la vida, nuestra vida.
Lo maya es alimentar nuestra cocina y nuestro fogón, los productos de la milpa y las aves de crianza en nuestros patios son las que engrandecen la cocina y nutren nuestro fogón, las tortillas hechas a mano y cosidas con las conversaciones que se vierte en la cocina entre gotas de sudor y mucho cariño esparcido por quienes cocinan, le dan a nuestras comidas un sabor y un sazón único, aunque muchas veces no pasen de ser unos huevitos estrellados con chile maax [22] sancochado con un diente de ajo y machacados con un poco de limón con algo de sal, quizá un par de tomates hervidos y machacados dentro de la misma agua en la que se ha cocido para despedazar en ella las tortillas gordas asadas al carbón. Hay una cantidad de comidas sencillas pero muy sabrosas y saludables que acostumbran las familias mayas que se consumen desde hace muchos años.
Lo maya es practicar la medicina maya, que no es medicina herbolaria o tradicional como lo llaman quienes desconocen la cultura maya y quienes con intención de descalificar este conocimiento y práctica de las comunidades originarias. Nosotros afirmamos que no es tradicional porque está fundada en conocimientos ciertos, experimentados, sistematizados; tampoco se limita al uso de yerbas como quieren reducirla al consumo de algunos tés; las familias de las comunidades mayas previenen la enfermedad, no se concentran en curar dolores en el cuerpo, más bien enseñan una forma de vida que previene llegar a sufrir impactos negativos en el cuerpo humano, aconsejan dormir bien, comer sano, beber agua limpia, dormir suficiente, conversar mucho, arreglar pacíficamente los conflictos, crear espacios comunitarios, celebrar a los Yuumtsilo’ob y articularse con las diferentes formas de vida para que todo esté sano y saludable.
Lo maya es cuidar el monte y el agua, esto empieza con lo que occidente le llama ritos, el monte es el espacio universal, ahí nace la vida en complicidad con la tierra, el agua, el viento, el fuego, la luz, la oscuridad, el sonido y el silencio entre otras presencias; lo que hoy llaman elegantemente deforestación, es un atentado en estos tiempos al origen de la vida, toda vez que, el llamado desarrollo occidental ha rebasado los límites que le permiten a la madre tierra mantener su salud, hay demasiados megaproyectos que deforestan o destruyen el medio ambiente, contaminan el agua del mar, de los cenotes, de las lagunas y hasta de la lluvia; entonces lo maya es procurar el equilibrio, no la borrachera, no la pérdida del tejido, no la insensatez sino lo que el cuerpo puede sostener sin que sea dañado, ahora consideramos que es tiempo de parar la destrucción y la violencia criminal sobre nuestro territorio para convertirlo en una plancha de cemento con rieles eléctricos que pueden electrocutar la endeble salud de nuestra madre tierra.
Lo maya es territorializar o reterritorializar la Península de Yucatán con lo maya, eso no se hace ni se logra con sembrar algunos árboles partidistas en programitas aunque le llamen pomposamente “sembrando vida”; territorializar nuestros pasos, nuestra voz, nuestra creencia, nuestro conocimiento, nuestro sistema de salud, nuestra milpa, nuestra fe, nuestro maíz, nuestro báalche’, nuestro ch’a’acháak [23], nuestra escucha, nuestra mirada y nuestro corazón; es reafirmar con toda la fuerza comunitaria creada en la asamblea, nuestra identidad, defender de los atracadores nuestro nombre, nuestra dignidad, nuestros colores, nuestras semillas, nuestras espigas, nuestro polen, nuestra onomatopeya, nuestra fiesta, nuestra ofrenda y nuestro corazón.
Lo maya es informarse del acontecimiento local, regional y planetario, escudriñar el calendario y las geografías para hacer uso de la tecnología y contribuir también a crearla, quienes nos acusan de querer regresar al pasado no tienen claridad en su palabra, nuestro pasado es justo lo que hoy presumen al turismo, es una historia construida con ciencia y tecnología para la vida en equilibrio con la naturaleza, articulado con el medio ambiente; es un error afirmar que los mayas despreciamos los avances tecnológicos, más bien quienes llegaron del llamado viejo continente a estas tierras que es nuestro territorio, cortaron nuestra soga viviente, trozaron el tronco de la xya’axche’, ahorcaron a los Chilam Báalam, quemaron nuestros libros y hoy venden nuestro vestigios arqueológicos, en síntesis, nos hundieron en la ignorancia, lo mismo que siguen haciendo hasta el día de hoy, creen que lo maya es ser pobre e ignorante, así creen, aunque sus creencias son regularmente de esa naturaleza, descontextualizada, contradictoria, sin sentido y en contrasentido; lo maya es también un transitar no solo científico sino artístico, musical, literario y poético entre muchas otras expresiones del arte.
Lo maya es defender el territorio de la invasión y despojo por los megaproyectos del desarrollo de la delincuencia legal y de facto en contra del medio ambiente, de la tierra, del agua, del monte y del maíz que somos las mujeres, los hombres, las niñas y los niños; es defender nuestra autonomía y autodeterminación, defender y vivir en rebeldía si es necesario nuestro ser sujeto de derecho, derrumbar el trato que nos dan de ser “entidades de interés público” en el que equiparan nuestras comunidades con un tugurio; nuestros derechos indígenas los tenemos que vivir en el día a día aunque las leyes colonialistas no las quieran reconocer.
[1] Nuestros mayores.
[2] Conversación.
[3] Tipo de frijol.
[4] Padre “creador” del monte.
[5] Maíz.
[6] Padre “creador” del viento.
[7] “Viento”.
[8] Tortilla cocida bajo tierra.
[9] Pozole.
[10] Tipo de árbol “sagrado”.
[11] Ceiba, árbol “sagrado”.
[12] Tipo de árbol “sagrado”.
[13] Madre “creadora”.
[14] Padres “creadores”.
[15] Madres “creadoras”.
[16] Padre “creador” del misterio.
[17] Padre “creador” de la lluvia.
[18] Padre “creador” del fuego.
[19] Padre “creador” del mar.
[20] Padre “creador” del sol.
[21] Madre luna “creadora”.
[22] Tipo de chile silvestre.
Fotografías de Haizel De la Cruz, https://haizeldelacruzm.wixsite.com/misitio