Refugio Bosque Baucis: Resistencia antiespecista, territorial y disidente en Gulumapu (Chile)

Hacia la costa de Valdivia (Chile), se halla el refugio antiespecista Bosque Baucis, fundado y liderado por personas de las diversidades sexo génericas, que alberga cerca de 40 animales rescatados, entre ellos perros, gatos, gallinas, ovejas, gansos, patos y chanchos. Su nombre hace referencia a Emilia Milen “Bau” Obrecht, mujer trans asesinada en medio de una recuperación territorial mapuche del lof (comunidad) Llaskawe en Panguipulli durante el año 2021. Tras su asesinato, el Refugio Bosque Baucis se enuncia como un ejercicio de resistencia frente a la industria agrícola, pero también de justicia. “Este refugio también es en memoria de la Bau”, señalan sus amigues y hermanxs.

Los inicios del refugio

Para los amigues de Bau, quienes se encargan del sostenimiento del Refugio Bosque Baucis  actualmente, la decisión de tener un refugio ya estaba tomada hace muchos años, incluso antes de que pudieran darse cuenta. Sin embargo, aún no veían esa posibilidad.

Empezaron dedicándose al rescate de gatos y perros callejeros, “hasta que se dio el rescate de un chanchito gigante que tenemos aún aquí en el refugio”, indica K. V.,1 integrante de la orgánica. Emilia Bau acompañó ese proceso en el que cada vez aumentaba el compromiso y el deseo de entregarles una vida digna a estos animales abandonados o que son considerados meramente para el consumo humano y productivo. Así, se desplazaban por distintos lugares en los que unas personas se encargaban de las ovejas, otras de los gansos y algunas del chancho.

Según cuentan sus amigues, la presencia de Bau fue vital al momento de aprender de ella y de sus ideales en conjunto. Sabían lo inquieta que era: hacía música, escribía, aprendía mapuzungun, asistía a conversatorios y, en el último tiempo, participaba de una reivindicación territorial en Panguipulli, al lado del Río Riñihue, desde noviembre del 2020.

Emilia Bau: Transfemicidio latifundista y empresarial

La madrugada del 17 de febrero del 2021, mientras participaba de la recuperación territorial junto al lof Llaskawe en Panguipulli, Emilia recibió un disparo que impactó en su cabeza. Esa misma noche falleció en el hospital de Valdivia.

Imagen: @entelequiagrafica.

Más tarde se sabría que quienes dispararon fueron un presunto grupo de “jardineros” del Condominio Riñimapu, contratados a través de la empresa de seguridad privada “Security Look”. La contratación estuvo a cargo del conglomerado empresarial que figura como dueño del proyecto inmobiliario: la familia Puga Matte, además de otros copropietarios como Peter Hill Planella y Manuel García[1] . [2] 

Esa misma tarde y la jornada del 18 de febrero del 2021, se realizó el eluwun (funeral) de Bau, que contó con la presencia de autoridades ancestrales y comunidades que estuvieron acompañando y entregando muestras de solidaridad y cariño. Es en esta instancia que les amigues de Bau reciben la propuesta de trasladarse y vivir durante un año en un terreno prestado que les permitiría estar juntes y cuidar más cómodamente a los animales que les acompañaban.

Ahí, entre cuatro personas, decidieron tomar aquella oportunidad y rescatar otros animales en memoria de su hermana, como solían llamarle. “Decidimos rescatar estos animales en memoria de nuestra hermana y transformar el sufrimiento y toda esta maldad en algo amistoso con todo ese newen [fuerza] espiritual que la gente nos entrega al momento de solidarizarse con quienes entregan su vida y lucha por la ñuke mapu (madre tierra) y por los animales. Había esperanza, a pesar de eso, había esperanza de levantar un refugio […]”, señala K. V.

Un mes después de la muerte de Emilia, comienzan el Refugio Bosque Baucis con 60 animales.

Aprender y sanar desde el rescate animal

Al tomar la decisión de iniciar el refugio, la mayoría de los animales estaban en condiciones de mucho maltrato y trauma. M. L., integrante de la organización, explica que “llegaron con parásitos pulmonares, estomacales, la mayoría con flemas, desnutridos, con mucho miedo del humano, mucho estrés y dolor”.

Este contexto implicó, tal como indican sus hermanxs, aprender a cuidar y conocer a los seres que los acompañan. Pero, por otro lado, significaba sanarse a sí mismes en medio del dolor de perder a una compañera, amiga y hermana en un escenario de violencia latifundista y empresarial.

Un chanchito comiendo.
Foto: Theo Valenzuela.

Poco a poco esos aprendizajes fueron coincidiendo y con ello, el saber pinchar y esquilar ovejas, cortar uñas y, sobre todo, conocer las necesidades de cada animal. El primer año establecieron horas y días de trabajo. Se dividían el cuidado de las ovejas y las vacas, siendo este último el que resultaba más arduo, llegando a caminar hasta 3 o 6 horas. “Por ejemplo, decíamos, ya, a mí me tocan mañana las vacas, porque en ese momento había que ir a buscar a las vacas muy lejos, mínimo tres horas, y eso por lo bajo, si es que las pillabas. Si no las pillabas, tenías que caminar 5 o 6 horas. Entonces, esa pega era todos los días. Era la pega que se demoraba más y la turnábamos. Un día yo, mañana otre y pasado otre. Así logramos sobrellevar ese trabajo”, declara K. V.

Para alimentar a las vacas, debían transportar la comida a pie en una mochila al hombro. Aunque lloviera, debían ir debido al estado de desnutrición en que estaban. Así pasaron seis meses aproximadamente en esa dinámica.

“Después de eso, pasó como un año y pedimos ayuda porque ya era demasiado. Un amigo de nosotres se ofreció a darles hogar temporal, aprovechando que tenían un pedacito de tierra mucho más grande con harto pasto y tierra que es de ellos”, explican. Desde ese instante se alivió un poco la carga y continuaron con las ovejas, el chancho, las gallinas y solamente una vaquita, la más vieja.

No obstante, a pesar de la disminución de la carga de trabajo, el equipo del refugio recuerda el colapso y cansancio de esos días. “Pasábamos frío en un galpón muy helado y vivíamos cuatro en una pieza. No había opciones para dormir”, detalla K. V.

Transcurrido el año, era momento de buscar otro espacio, lo cual llevó al grupo a la costa de Valdivia, cerca de donde viven hoy actualmente. Lograron encontrar una casa en la Isla del Rey, que no estaba terminada, pero que les permitió trabajar con más calma.

Junto con el traslado, comenzaron a ocurrir otros cambios. “Se sumó otro compañero a la organización del refugio, pero a la vez se fueron dos cabres que ya no lo dieron porque es mucha pega y, como no teníamos piezas, ya los dos cabres se retiraron del refugio y están haciendo otra vida. Igual siempre nos apoyan si necesitamos ayuda. Están atentos, pero necesitaban hacer su vida”, comenta K. L. El trabajo que desarrollan requiere esa atención: por una parte, es un constante aprendizaje y, además, es de todos los días. Responde a las necesidades del momento, pero deben estar las 24 horas de cada día.

El cuidado de los animales

Pero esas no son las únicas dificultades y problemáticas que han debido enfrentar. M. L. enfatiza en lo dificultoso que ha sido el acceso a la salud veterinaria para animales que no son perros o gatos, así como el maltrato y desprotección a las que son expuestos en la industria de la carne.

El escenario que se afronta, según Michela Pettorali en su artículo “Una crítica a la profesión veterinaria desde una perspectiva antiespecista”, es que la medicina veterinaria tiene su foco en la organización y gestión de la sanidad pública en función del bienestar del ser humano. De esta manera, se busca salvaguardar la vida humana y no la de otras especies.

Esto bien lo sabe la organización del refugio, quienes explican que hasta ahora ha sido sumamente dificultoso encontrar alguna persona especialista en veterinaria que se preocupe por la integridad de los animales y no solo del “manejo”, el cual busca la producción y sanitización de ganado. M. L. detalla que en la actualidad solo cuentan con algunos datos de gente de confianza y que se preocupan por la salud de las gallinas, chanchos, vacas y ovejas. “Prácticamente no existen veterinarios en chanchos, por ejemplo”, enfatiza. Esto ha gatillado en la necesidad de desconfiar de la medicina veterinaria y buscar otras formas de ayudar a la diversidad de animales que han rescatado, optando por la medicina natural y la observación. “Es constancia y preocupación. Y estar atento porque, como los animales no hablan, tienes que estar muy pendiente de qué le está pasando a quién y cómo se lo vas a quitar […]. Todavía tenemos mucho que aprender”, dice.

Colaboración y autogestión

Ya con tres años y medio de existencia, el Bosque Baucis ha pasado por distintas dinámicas y procesos de trabajo. Actualmente, menciona K. V., se encuentran en un espacio que les entrega mayor tranquilidad y les facilita estar más cerca de los animales, mientras que en paralelo construyen sus casas para estar mejor mentalmente.

En tanto, siguen manteniendo redes de colaboración comunitaria que les han permitido autogestionarse a través de diferentes actividades y donaciones. “Tenemos algunas pocas personas que hacen donaciones mensualmente, pero no son tantas. Y además de eso, nos autogestionamos con actividades. A veces hacemos empanatones o gente de otros territorios también hacen actividades”, resalta M. L.

Gallinitas en el gallinero.
Foto: Theo Valenzuela.

De hecho, es necesario recalcar nuevamente el impacto de Emilia Bau al mencionar aquella red colaborativa: “A nosotros, lo que nos ha hecho nuestra primera red de apoyo y que hasta ahora está presente, son las redes de la Bau en realidad”, enfatizan.

Aquellas redes y amigues de Bau, que se solidarizan con los animales y la lucha que ella llevaba, son quienes más ayuda han entregado desde el principio del refugio y hasta la actualidad, y así siguen creciendo las personas que llegan y colaboran o desean conocer el trabajo que se lleva a cabo.

En ese sentido, para les amigues de Bau que mantienen el refugio, esa es otra forma de hacer justicia, donde la colaboración comunitaria es esencial al enfrentar a la industria y su daño sobre los territorios y los seres que la habitan. “En la defensa de los territorios yo veo la justicia de la Bau, en la defensa de los animales, las aguas, en la defensa de nuestras diversidades sexuales, desde defendernos y apiñarnos. Sabernos fuertes, a pesar de que esta sociedad nos dice todo el tiempo que somos víctimas porque nos hace daño y porque nos victimiza, pero también cuando estamos juntes somos más fuertes. En todo eso veo a la Bau”, resalta M. L.

El veredicto en el caso de Emilia

La jornada del 27 de enero del 2023, el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Valdivia sentenció sólo a uno de los siete imputados por el asesinato de Emilia.

Francisco Javier Jara Jarpa fue condenado a 16 años de cárcel como autor del homicidio, mientras que el resto de los involucrados quedaron absueltos: Carlos Alberto López Aguayo, Cristián Antonio Cisternas Larenas, Sergio José Miguel Larenas Paz, Jorge Eduardo Rodríguez Neira, Jorge Valentín Ruiz Paz y Cristián Mauricio Larenas Cisternas.

La presión al aparato judicial se desarrolló por la necesidad de visibilizar que se trata de un asesinato empresarial, pero sus amigues y familia siempre supieron que no se investigaría a quienes estuvieron tras la contratación de los imputados. Por ello, y en paralelo al juicio que duró cerca de 20 días, se convocó a marchas multitudinarias y protestas bajo consignas como “Juezas y fiscales cómplices de los empresarios asesinos de la tierra, del agua y de Bau”, las cuales llegaron hasta los territorios de Valdivia, Temuco, Arica, Panguipulli y Lican Ray. 

Bandera pueblo Mapuche.
Foto: Theo Valenzuela.

Ante el veredicto, su familia y hermanos cuestionaron la decisión del sistema judicial, insistiendo en que fuera de los márgenes de lo institucional, se seguirán expandiendo las acciones en memoria y reivindicación de Emilia Bau. 

Entre esos actos, resiste el Refugio Baucis. 

Cómo aportar

Actualmente, hay varias formas de ayudar o solidarizarse con el Refugio Bosque Baucis. Existe la posibilidad de visitar el refugio y conocer a los animales rescatados y a quienes hacen posible este espacio de cuidado. El equipo de la organización recalca la oportunidad de apadrinar a algún animal, ya sea de forma económica o entregando cariño y formando un vínculo.

Asimismo, invitan a convocar, desde cualquier lugar, jornadas en memoria de Bau y su lucha en pos de la defensa de los territorios, las diversidades sexogénericas y los animales. “A pesar de que la mataron, ella nos impulsó a hacer todo esto”, indica el equipo.

  1. Las personas entrevistadas prefirieron permanecer anónimas. ↩︎
Autores
Theo Valenzuela Quiñeñir

Theo Valenzuela Quiñeñir

Fotógrafo y periodista trans no binarie y mapuche que actualmente habita los sectores de Temuco y Huichahue. Se licencia en comunicación social y periodismo en la Universidad de La Frontera, Chile. Ha participado de talleres de Seguridad Digital junto a Akahatá y Mujeres al Borde, problematizando las brechas digitales desde un enfoque transfeminista. Actualmente es parte de Transversal Temuko, orgánica territorial que convoca a la comunidad trans local y de alrededores con el fin de dar acompañamientos, espacios de encuentro y concientizar en torno a las vivencias y necesidades de identidades sexogénericas en Gulumapu. Ha colaborado con Radio Kurruf en la cobertura de problemáticas correspondientes a comunidades indígenas del territorio, comprendiendo la importancia de protocolos y un vínculo recíproco de confianza al realizar reportajes, notas de prensa y apoyar comunicacionalmente distintas demandas.

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