Nos encontramos en un momento de redefinición del semblante del noroeste argentino (NOA)1, sobre todo de las provincias fronterizas como Salta y Jujuy. La reconstrucción de la historia de nuestros pueblos indígenas confirma su preexistencia, incluso a la expansión incaica, por lo que es del todo necesario activar las genealogías ocultas e indagar sobre sus modos de pervivencia, atendiendo, principalmente, al canto, el relato, la medicina y las prácticas alimentarias ancestrales, la espiritualidad, las creaciones en chaguar, cuero, piedra, etc., y el cuerpo de nuestros maestros ancianos. Son sus manos, sus ojos, el timbre de voz, sus palabras las que encierran la memoria viva de una cultura y una lengua que se resisten al olvido. También son la puna, los valles y quebradas, los bosques y sierras, los montes y ríos, que no conocen fronteras imaginarias, los que resguardan nuestras huellas, afirman nuestro lugar de pertenencia y esperan que nos unamos en comunión para el abrigo sin tiempo.
Umbral necesario
Los datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas llevado a cabo en Argentina en el 2022 son contundentes. La presencia de pueblos indígenas a lo largo y ancho del país da cuenta de su creciente necesidad por ser vistos y reconocidos. Esto implica un llamado a la revisión de la historia que nos vienen contando, siempre inacabada, con el fin de, más tarde o más temprano, marchar hacia la construcción de un Estado plurinacional con un sistema de derechos para todas y todos. A continuación, realizamos una presentación sucinta de los pueblos que habitan el territorio, reclamando su preexistencia.
En marzo de este año, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) expuso los resultados definitivos del último censo argentino, que se realizó en plena época de post pandemia. Con respecto a la identidad étnica de la población, 1 306 730 personas se identificaron como indígenas o descendientes de pueblos originarios, lo que corresponde al 2,9% del total de los habitantes en viviendas particulares. Esto evidencia un aumento del 0,5% en el autorreconocimiento indígena en comparación con el censo del año 2010, en el que el porcentaje alcanzaba el 2,4% (un equivalente a 955 032 personas).
De las 24 jurisdicciones en que se divide el país2, las provincias de Jujuy, Salta, Chubut, Formosa, Neuquén y Río Negro presentan una mayor proporción de población perteneciente a los pueblos indígenas. Estas mismas jurisdicciones lideraron los porcentajes en el censo del 2010, aunque en un orden distinto, ya que Chubut y Neuquén ocupaban los primeros lugares con el 8,7% y el 8% sobre el total, respectivamente. En esta nueva edición, Jujuy registra el 10,1% y Salta, el 10%.
Cortesía del Catálogo de artesanos del Departamento de San Carlos
El mapa de “Pueblos Naciones Originarias”, elaborado por el Encuentro Nacional de Organizaciones Territoriales de Pueblos Originarios (ENOTPO)3, muestra que, hasta 2015, Argentina registraba 38 pueblos indígenas4. Debido a que las comunidades atraviesan procesos permanentes de reconstrucción identitaria, en los que intervienen factores históricos, simbólicos, territoriales, organizativos, migratorios, políticos, etc., su número es inconcluso. Así, por ejemplo, los resultados del censo 2022 muestran que, actualmente, se reconocen 58 pueblos en todo el país5, entre los que destacan el Mapuche, Guaraní, Diaguita, Qom/Toba, Kolla y Wichí, por tener más densidad poblacional.
Otro dato significativo es que el 29,3% del total de las personas pertenecientes a una comunidad entiende o habla una lengua materna. Si bien esto constituye un bastión importante para la lucha por la visibilización cultural y lingüística (sobre todo fuera de las comunidades), debemos advertir que ese porcentaje de ninguna manera revela la complejidad de los procesos que hay detrás de los pueblos y sus lenguas. Para el caso, podemos mencionar que muchas comunidades están emprendiendo diversas acciones para recuperar y revitalizar sus lenguas maternas, que más allá de sus propias “fronteras”, no se conocen. Por lo tanto, centrarnos en este punto nos obliga a prestar nuestra mirada y oídos no solo hacia las lenguas que tienen una gran vitalidad, sino también hacia aquellas que están en vía de rescate por los esfuerzos y agencia comunitarios.
Genealogías indígenas de Salta
Salta es una provincia fronteriza ubicada al noroeste de Argentina, que limita al oeste con Chile, al norte con Bolivia y al nordeste con Paraguay. Posee una superficie extensa de 155 488 km², donde encontramos relieves que van desde las altas cumbres, de más de 6000 metros, hasta las llanuras tropicales del este. En consecuencia, es un territorio que tiene una vastísima variedad de climas y diversidad ecológica (Buliubasich y Rodríguez, 2009).
Desde tiempos prehispánicos, Salta fue una ruta por la que transitaban las poblaciones de norte a sur y viceversa, en lo que hoy conocemos como Sudamérica. Su posición geográfica le permitía ser el escenario ideal para los intercambios comerciales, la comunicación y la itinerancia de las comunidades nómadas. A pesar de que era una zona transicional, al igual que el resto de lugares que constituyen actualmente el NOA, varios textos históricos sostienen que a comienzos del siglo XVI esta región era la más poblada del territorio, con un estimado de 200 000 habitantes. Poseía una gran diversidad cultural, mostrando un mosaico de poblaciones locales con una permanente y constante relación entre ellas (Di Fabio Rocca, 2016).
Se estima que el período incaico en la región del NOA inicia hacia el año 1480, por el avance del imperio con fines de dominio y explotación económica, particularmente en el trabajo de metales útiles y preciosos. Para su expansión a nivel continental, los incas usaron el quechua como lengua franca y construyeron una amplia red de collcas (depósitos) situados en los pukara, enclaves o fortalezas estratégicas que controlaban los recursos obtenidos y las vías de circulación. La distribución de estas construcciones por el territorio bosquejó el qhapaq ñan, una expansiva red de caminos “militares” que, en gran parte, coincidía con el sistema de rutas que ya había sido trazado por la circulación de los pueblos preexistentes.
La expansión del imperio incaico tuvo una fuerte impronta material y sociopolítica. Su avance tentacular devino de su capacidad armamentista, el uso de medios de transporte como la llama y sus técnicas para la conservación de alimentos. Además, tendieron a la transculturalización, ya que utilizaron estrategias de asimilación, por ejemplo, incorporando divinidades locales a sus propias creencias. En los casos en que las maniobras pacíficas fracasaron, optaron por el traslado forzado de los habitantes locales hacia centros administrativos del imperio. Estas migraciones, en algunas ocasiones, dieron lugar al exterminio de los mitimaes (desterrados), a causa de las vicisitudes del camino y los cambios de hábitat.
El influjo incaico en las comunidades locales del NOA, sin embargo, fue distinto. Los pueblos que habitaban la parte oriental de las provincias de Salta, Tucumán y casi todo el territorio de Santiago del Estero6 mantuvieron cierta independencia de los incas. De los grupos del Chaco7, los Lule y los Ava Guaraní atravesaron un proceso leve de andinización, pero no perdieron sus propios rasgos culturales y conservaron su lengua materna. Por el contrario, las poblaciones que optaron por la “alianza” fueron aquellas que residían en las zonas de mayor altura y las establecidas en las quebradas, como los Atacama, Omaguaca y Tastil, aunque tampoco se despojaron totalmente de sus culturas y, en el caso del primero, su lengua. A pesar de la resistencia del pueblo Diaguita calchaquí, finalmente, los valles situados al pie del macizo andino también integraron el wamani (provincia) incaico.
La conquista española en el NOA comienza en el 1553, con la fundación de Santiago del Estero, seguida por la de San Miguel de Tucumán (1565), Salta (1582), La Rioja (1591) y San Salvador de Jujuy (1593). Durante los primeros años de la colonización, se sucedieron numerosos conflictos entre los pueblos locales y los conquistadores. Las poblaciones de la puna salteña, jujeña y catamarqueña se mantuvieron más de 100 años inexpugnables frente al avasallamiento español, los valles se unieron para combatir al enemigo común8, y otro grupo de comunidades optaron por el aislamiento en lugares que presentaban muchas dificultades para el desarrollo de la vida. Estos sucesos cambiaron los rasgos poblacionales, sobre todo la de los valles, no solo por las muertes ocasionadas por los enfrentamientos, sino también por la reubicación de los grupos derrotados.
Durante la colonia, se afianza la fisionomía del NOA como una zona transicional y fronteriza. Su organización y denominación sufren algunos cambios a lo largo de la época colonial, de acuerdo con los intereses y procesos expansionistas, políticos y económicos de los conquistadores, pero las rutas estratégicas se conservan. Los canales mantienen sus funciones: se usan para la comercialización de las riquezas extraídas del suelo dominado y el traslado de las encomiendas indígenas o de los africanos esclavizados9 hacia las minas del Potosí (Bolivia) u otros puntos del continente. Las poblaciones locales sometidas fueron desmembradas y sus culturas iniciaron un proceso de hibridación y también de silencio y encubrimiento.
Las académicas Zulma Palermo y Elena Altuna (1996) sostienen que desde la creación de la gobernación del Tucumán10, lo que hoy llamamos NOA tiene, por lo menos, una doble pertenencia: al Virreinato del Perú en lo político y económico, y a la Real Audiencia de la Plata en lo judicial. Es decir, el noroeste argentino históricamente se vincula con la región andina, desde la época prehispánica, y la rioplatense, cuya influencia cultural se va acentuando con el correr del tiempo. Esta doble filiación atraviesa la historia de las sociedades del NOA desde la colonia hasta el presente, nunca en forma armónica. Las fricciones que hay entre ambas herencias, en el acto de reconocimiento o negación de una u otra, se materializaron de distintas maneras, solo basta que revisemos la historia de la constitución del Estado nacional argentino y sus Estados provinciales.
Palermo y Altuna sembraron la semilla y dejaron la puerta abierta para seguir pensando la historia cultural de la región. Consideramos que, hoy, el árbol de las filiaciones va develando y desplegando nuevas ramas. Ahora la “pugna” no solo se da entre el reconocimiento de lo andino o lo rioplatense, sino que se suman las nuevas luchas memorísticas e identitarias de los pueblos indígenas que, por mucho tiempo, se mantuvieron en silencio. La memoria rumiante, la urgencia por decirse, la confraternidad y organización para la lucha y también un conjunto de herramientas jurídicas, como la creación del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), en 1985, y la incorporación del Art. 75 Inc. 17 en la Constitución Argentina11, alientan y respaldan estos agenciamientos por la identidad, cultura, lengua y soberanía territorial.
“Salta es indígena”, cantan los ríos con sus piedras y brama la Madre Tierra
En la provincia, se reconocen oficialmente nueve pueblos originarios: Chané, Chorote, Chulupí, Diaguita-Calchaquí, Guaraní, Kolla, Tapiete, Qom y Wichí. Por su parte, los pueblos Atacama, Lule, Iogys, Tastil y Weenhayek se encuentran a la espera de que la Cámara de Diputados apruebe el proyecto de modificación de la Ley N° 7121 de Desarrollo de los Pueblos Indígenas de Salta12. La reforma consiste en la sustitución del Art. 5 de la ley por otro que explicite la cantidad de pueblos originarios reconocidos jurisdiccionalmente y con derecho a la representatividad en el Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta.
Los cinco pueblos que buscan reconocimiento presentan situaciones distintas con respecto a su institucionalización nacional y provincial, lo que se debe a caminos e intereses que se fueron dando según sus características históricas y modos organizativos. Por ejemplo, el pueblo Lule está respaldado por la Resolución N° 0539/2006 del INAI, que le otorga su personería jurídica. Además, el Programa Nacional de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas, bajo la Ley N° 26160, reconoce la soberanía territorial de la Comunidad Indígena Lule de Finca Las Costas, en Capital y el Departamento Rosario de Lerma. Con estos dispositivos legales, la presencia Lule es innegable a nivel nacional, aunque en la provincia el trámite esté (siendo) demorado.
En el territorio se hablan nueve lenguas: ava guaraní, chané, tapiete, q’om, wichí, chorote o manjui, nivaclé o chulupí, aymara y quechua. Si bien la provincia no cuenta plenamente con una reglamentación sobre el patrimonio lingüístico ni se han visibilizado los derechos lingüísticos en su singularidad (Casimiro Córdoba, 2019), en 2021, el Senado y la Cámara de Diputados sancionaron la Ley N° 8253, que promueve la salvaguarda de la lengua y el reconocimiento del Alfabeto Unificado Wichí Lhamtes14. El documento con los fundamentos jurídicos, lingüísticos y sociales del alfabeto es el resultado de una serie de actividades que el Consejo Wichí Lhämtes desarrolla desde 1998, tales como reuniones de consulta sobre la lengua en las que participan autoridades e integrantes de las comunidades de Chaco, Formosa y Salta, talleres15, la elaboración de materiales16, experiencias piloto de formación de docentes auxiliares bilingües, etc. El arduo trabajo del Consejo fue (y está) respaldado por la Asociación TEPEYAC del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen, la fundación Acompañamiento Social de la Iglesia Anglicana en el Norte Argentino y el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la UNSa.
La sanción de la ley que señalamos constituye un hito clave para emprender acciones de institucionalización de cada lengua materna, en pos de visibilizar los proyectos internos de rescate que algunos pueblos vienen desarrollando. Un caso significativo es el de los herabun (maestros depositarios de la lengua y cultura) de las comunidades atacama de Salta y Jujuy que, sin ningún tipo de patrocinio estatal, se encuentran en el proceso de investigar y producir una serie de cartillas para sistematizar y resguardar la lengua kunza y, consecuentemente, llevar a cabo su enseñanza. Estas comunidades integran la Red de Pueblos Atacama que, además de Argentina, se extiende por Bolivia y Chile. La labor de los “educadores tradicionales” en la región cuenta con el asesoramiento fraternal de los países vecinos, donde este proyecto se realizó con anterioridad y el kunza está en una instancia de promoción y revitalización.
Salta arropa a cinco de los seis pueblos más numerosos a nivel nacional: Guaraní, Diaguita, Qom, Kolla y Wichí. Al igual que ellos, el Atacama, Chorote y Lule se caracterizan por ser transfronterizos, de modo que la distribución de las comunidades por el territorio desborda los límites jurisdiccionales, bosquejando un mapa que testifica su ancestralidad y su resistencia a las violencias de la historia. Indicios como éste proclaman la inminencia de los pueblos en la provincia, por lo que consideramos que es el momento de empezar a repensar el semblante de Salta “la linda”, como es nombrada desde una perspectiva criolla y folclorista, con el fin de visibilizar las genealogías deliberadamente oscurecidas. Las discusiones deben atender a las múltiples herencias que corren por nuestros cuerpos y memorias, sin privilegiar a ninguna sobre las otras, ya que sólo con el reconocimiento de la voz y la representatividad de todos los pueblos, estaremos listos para ir hacia la construcción efectiva de un Estado pluricultural.
La historia es irrefutable, Salta es indígena, y camina en búsqueda de su(s) genealogía(s). Cantan los ríos con sus piedras, alentando el paso firme con el que vamos. Brama la madre tierra, celebrando el calor de nuestras gargantas que gritan incansablemente de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Ni un paso atrás. ¿Por Salta “la linda”? Por Salta la indígena.
Bibliografía
AA.VV. (2016). “Historia provincial y análisis antropogenético de la ciudad de Salta”. Andes, No. 27. Disponible en: HISTORIA POBLACIONAL Y ANÁLISIS ANTROPOGENÉTICO DE LA CIUDAD DE SALTA (conicet.gov.ar)
AA.VV. (s/f). Consejo Wichí Lhämtes/Consejo de la lengua wichí. Salta, Argentina: Artes Gráficas Crivelli.
Casimiro Córdoba, A.V. (2019). Patrimonio lingüístico y cultural de los Pueblos Originarios de Salta. Manual Digital. Fondo Ciudadano de Desarrollo Cultural, Ministerio de Cultura, Turismo y Deporte de la provincia de Salta.
ENOTPO (s/f). Protocolo de Consulta Previa, Libre e Informada a Pueblos Originarios en Argentina. De consulta libre.
INDEC (2024). Población indígena o descendientes de pueblos indígenas u originarios. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022. Resultados definitivos. De consulta libre: Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022. Resultados definitivos
Palermo, Z. y Altuna, E. (1996). “Región cultural y región literaria”. Una literatura y su historia”, Fascículo 2. Salta: Ciunsa, pp. 1-18.
Schmidt, M. A. (2011). “Pueblos indígenas, Estado y territorio en tiempos interculturales en la provincia de Salta”. Estudio socioterritoriales. Revista de geografía, No. 10, pp. 13-40.
Zigarán, J. y Barrios, S. (1996). “Cultura y textualidad amerindia”. Una literatura y su historia”, Fascículo 3. Salta: Ciunsa, pp. 1-22.
NOTAS DE PIE:
- El NOA está conformado por las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja. ↩︎
- Veintitrés provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. ↩︎
- El Encuentro Nacional de Organizaciones Territoriales de Pueblos Originarios se constituyó en el año 2009 como un espacio propositivo de articulación de política territorial indígena a nivel nacional que tiene como objetivo “salir de la mera resistencia para tomar en nuestras propias manos las definiciones referentes al presente y futuro de los Pueblos Originarios”, ENOTPO. ↩︎
- Estos pueblos incluyen: Atacama, Avipon, Chané, Charrúa, Chicha, Chorote, Chulupí/Nivaclé, Comechingón, Diaguita, Guaraní, Guaycurú, Huarpe, Iogys, Kolla (Kolla Atacameño), Lule, Mapuche, Moqoit/Mocoví, Mbya Guaraní, Ocloya, Omaguaca, Pilagá, Quechua, Qom/Toba, Querandí, Ranquel, Sanavirón, Selk’Nam/Ona, Tapiete, Tastil, Tehuelche, Tilian, Tilcara, Tonokoté, Vilela, Yamanas, Yaganes, Weenhayek y Wichí. ↩︎
- Los pueblos identificados en el censo 2022 son: Alakaluf, Ansilta, Aoniken, Aymara, Corundí, Chana, Churumata, Diaguita Cacano, Fiscara, Guarayo, Günün a Küna, Haush/Maneken, Isoceño, Jujuí, Kolla Atacameño, Mak’a, Michilingüe, Minuán, Toara y Wayteca/Chono. Debemos destacar que, con excepción del pueblo Aymara que registra 19 247 personas autodeclaradas, todos los demás tienen un porcentaje menor de nativos. ↩︎
- Lule, Vilela, Toconotés, Wichí, Guaraní, etc. ↩︎
- El Gran Chaco Gualamba comprende el este de Salta y Santiago del Estero, las provincias de Formosa y Chaco, y porciones de países como Bolivia, Brasil y Paraguay. Estaba habitada por grupos de origen amazónico que cazaban y recolectaban, y que se desplazaban por el territorio mencionado. Los pueblos que se inscriben en la familia amazónica son los Chané, Chiriguano, Wichí, Chorote, Toba, Pilagá, Mocoví, etc. ↩︎
- Un ejemplo de la resistencia índigena en el NOA son las guerras calchaquíes entre el pueblo Diaguita y los españoles, que se extendieron desde 1560 hasta 1667. ↩︎
- Ante la disminución de la mano de obra indígena por guerras, persecución, desplazamientos y epidemias, el tráfico de personas esclavizadas cobró importancia en la colonia. Así, en la medida en que se fundaban las ciudades del NOA, los españoles traían personas esclavizadas procedentes del África subsahariana, que ingresaban a través de la ruta continental de comercio esclavista, que partía de Buenos Aires, pasaba por Córdoba y se distribuía por el NOA y el Alto Perú (Di Fabio Rocca, 2016). ↩︎
- La gobernanza de Tucumán comenzaba en Jujuy, limitando al norte con el Alto Perú, al este con el Gran Chaco, al oeste con la Cordillera de Almagro o Nevada y al sur con el Río de La Plata. En ese entonces, era considerado como el territorio más extenso del sur continental. ↩︎
- Este artículo de la Carta Magna reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, garantiza el respeto a su identidad y el derecho a una educación intercultural y bilingüe, entre otros. ↩︎
- La Cámara de Senadores dio el primer paso para la aprobación de la modificación de la ley a finales de 2019. ↩︎
- En “El alfabeto – Lengua Wichi”, Verónica Nercesian hace referencia a los trabajos sobre la lengua wichí que se vienen desarrollando desde el siglo XIX. También muestra la constitución actual del alfabeto unificado. ↩︎
- Los vídeos documentales “Letes Lepes I y II”, de la realizadora audiovisual Daniela Seggiaro, muestran una parte de la trayectoria del Consejo Wichi Lhämtes, ya que se filmaron en el marco de los talleres que se llevaron a cabo en 2015, en la localidad de Morillo, en el Centro de Capacitación Tepeyac, sede del Consejo. ↩︎
- Como la publicación del libro Las Palabras de la Gente. Alfabeto unificado para wichi lhämtes: proceso de consulta y participación, por la Universidad Nacional de Salta (2000), la serie N’olhamelh, cinco libros en wichí para niños (2006), entre otros. ↩︎