Irma Pineda: Reconciliarnos con la Madre Tierra, reconciliarnos con nosotros mismos

Conversamos con Irma Pineda Santiago, Indígena Zapoteca de Juchitán, México, hablante de la lengua diidxazá, quien es representante para América Latina del Foro Permanente para Cuestiones Indígenas de la ONU, sobre los efectos de la pandemia en las poblaciones Indígenas, la recuperación—en la práctica, en medio de la pandemia—de los sabes ancestrales y la resiliencia de las Naciones Originarias.

El extractivismo brutal tiene sus consecuencias

Comenzamos preguntándole a Irma sobre sus pensamientos sobre la pandemia, las causas detrás de ella y cómo las comunidades de color y los pueblos indígenas se ven más afectados por ella: “Perdimos de vista que el ser humano está ligado a la naturaleza, y empezamos a dañarla… empezamos a hacer una sobreexplotación de la tierra y la naturaleza, eso lo vemos cuando en nuestros territorios tenemos proyectos absolutamente extractivistas, proyectos que solamente llegan, destrozan la tierra, arrancan de ella lo que pueden arrancar, sean minerales, sena maderas preciosas, sean animales, plantas. Todo lo que pueden arrancar de nuestros territorios, lo están haciendo, pero con una violencia hacia la naturaleza, lo están haciendo con una violencia hacia el otro ser humano.”
Desde los pueblos, los abuelos es lo que dicen: Esto es el resultado (la pandemia) de lo que nosotros mismos como personas hemos provocado al no haber sabido cuidar la tierra, al haberla violentado, al verla nada más como fuente de riqueza para unos cuantos y no como Madre que nos alimenta a todos los seres humanos”
Irma nos comentó que en tiempos antiguos, cuando los Pueblos Originarios tenían necesidad de comer, de proveerse para proteger a sus familias, pedían permiso a la Madre Tierra para tomar parte de sus frutos, para arrancar sus raíces en la búsqueda de curar algún mal, para tomar una flor para comer o sanar (el cuerpo o el alma). Cuando había que tomar a un hermano―los animales de la tierra son nuestros hermanos―para alimentar a nuestra gente, se pedía permiso y se ofrecían disculpas al hermano que con su carne nos ayudaba a sobrevivir. Había límites, había el entendimiento de que todo en la tierra es parte de un equilibrio, que debía mantenerse, y el límite era simple, sólo se podía tomar lo que podías comer. No había codicia, no había lucro porque no tenía sentido. Durante casi 5 mil años, nos cuenta Irma, los pueblos indígenas fueron custodios del planeta, y lo hicieron bien. El avance brutal de la occidentalización global rompió el balance, porque para poder construir la riqueza sólo es posible con la avaricia y el lucro, sin equilibrios, sin límites. La colonización a sangre y fuego, con la cruz—y un Dios que parecía un agente de bienes raíces, repartiendo tierras en su nombre, sin respeto por la Madre Naturaleza, sin ética, sin sentido humano—pasó por encima de los pueblos originarios, decimándolos hasta casi la extinción. Si ese fue el destino de las personas, ¿qué podía esperarse de las montañas, el agua, la vida silvestre, los animales?

Buscando soluciones en comunidad

TruequeIrma nos comenta que las comunidades están encontrando soluciones locales para ayudar a remediar y proteger, como cierre de fronteras o caminos de acceso, sellando comunidades para protegerlas del contagio, promoviendo un proceso de distanciamiento social con otras comunidades, pero manteniendo la vida comunal activa. Aunque pudiera parecer extrema esta medida, en muchas de esas comunidades no hay un médico, no hay hospitales, no hay carreteras, entonces el aislamiento ha sido la respuesta que han encontrado. Los pueblos Indígenas de la sierra de Oaxaca se han organizado para resolver con comisiones y responsables de atender las emergencias, los traslados, actuando como uno solo y protegiendo a todos. «Hay un proceso de organización económica social y comunitaria para reactivar los sistemas tradicionales de intercambio, se le llame trueque, mano vuelta, solidaridad, ayuda mutua, tequio. Al final lo que estamos demostrando es que hay otras formas de vida, alternas al mundo capitalista. Porque lo que estamos viendo es que no está circulando el dinero.” «Sin embargo, la gente está consiguiendo como comer, porque está haciendo ese intercambio, está haciendo esa ayuda mutua. Vemos en el mercado cómo las señoras intercambian, las que traen fruta se llevan verduras, las que traen maíz se llevan huevo, es decir, esto que siempre han hecho las comunidades, por siglos, y que de pronto nos interrumpió un sistema con el dinero, con la moneda, y nos enseñó aparentemente a depender de eso. Quisieron enseñarnos a que no podíamos vivir si no era a través del capital.»
Esta pandemia lo que nos está enseñando que los pueblos Indígenas son mucho más fuertes, están pudiendo resistir a partir de sus propios sistemas comunitarios, a partir de su economía alterna a un sistema que nos dijeron que teníamos que usar.»

La recuperación de saberes ancestrales

La recuperación de las iniciativas culturales ancestrales está resultando también importante en la emergencia, pues los pueblos Indígenas, ante la ausencia del estado en la atención de la salud, han promovido el uso de la medicina tradicional para fortalecer los procesos de prevención y reforzar el sistema inmunológico. Cuando se trata de la educación, los pueblos Indígenas una vez más se han quedado fuera de los esfuerzos oficiales por brindar educación en línea, “…porque muchas comunidades no tienen energía eléctrica, no tienen acceso a medios de comunicación, no hay internet o la señal es muy mala. No todos los niños y jóvenes tienen la posibilidad de acceder al sistema de ‘estudia en casa’ o enseñanza digital como pretenden las autoridades. Entonces, las mamás, los papás y los abuelos se están organizando para enseñar… se están recuperando los saberes de la comunidad, y que ahoras las nuevas generaciones están aprendiendo (en medio de la pandemia).»
En algún momento nos separaron de esos, al hacer también un menosprecio de los saberes de los abuelos y las abuelas, al decirnos que la educación formal era lo único que valía y que este saber ancestral era una cosa de creencias, de conocimientos invalidados por el sistema.”
En forma lamentable, la globalización de la economía, los tratados de libre comercio, generaron un retroceso en los procesos de soberanía alimentaria, pues se desestimuló la producción local y se privilegió la importación de granos. “Ahora en la emergencia, muchos hermanos han tenido que volver a la comunidad, porque han ido perdiendo los empleos en la ciudad, y eso permite recuperar los procesos organizativos, uno de los principales es el proceso de la siembra de granos, que había sido olvidada, hay un importante movimiento de defensa del maíz nativo.»
Irma Pineda Foto: Unesco
Irma Pineda Foto: Unesco
«Uno de los hechos más relevantes de esta pandemia es que los propios pueblos están redescubriendo su capacidad de organización… de esta crisis estamos tomando muchos aprendizajes, ¿Cómo nos organizamos? Ese es el primero de los aprendizajes. Nos organizamos. Nos cuidamos. Nos protegemos y volvemos al intercambio, volvemos a sembrar lo que antes sembrabamos. Volvemos a enseñar como antes… es decir, nos organizamos y entendimos que esos saberes que han ido pasando de boca en boca de las abuelas y los abuelos, ahora están mostrando su eficacia, ahora estamos entendiendo que son reales, que podemos emplearlos.» «Es importante no olvidar, los seres humanos somos uno con la naturaleza, cuando lo asumamos que somos uno con la tierra, en ese sentido, nos vamos a preocupar por cuidar a la Madre Tierra, cuidar nuestro entorno. Como comunidad, no permitamos la explotación que se hace del entorno, no permitamos el extractivismo que se hace de nuestra riquezas.»
Para nosotros no son riquezas en el sentido material, son riquezas en el sentido de que nos permiten el buen vivir. Tenemos ríos, tenemos mares, tenemos agua, porque eso nos permite vivir bien. Pero cuando esos ríos empiezan a ser usados para la minería, o las industrias textiles, entonces tenemos ríos, lagunas y mares super contaminados, así ya no nos sirven, tal vez les genera dinero a algunos, pero a nosotros nos deja en más miseria. No solo nos condena a vivir en la pobreza, nos condena a la muerte.»
«Si no tenemos agua limpia, aire limpio, y una tierra saludable para poder sembrar, nos estamos condenando a la muerte. Esta es la gran lección.»