Foto de portada, créditos: Kelis Blanquicet Herrera
San Basilio de Palenque, ubicado en el Caribe colombiano, no solo es famoso por su historia de resistencia y libertad, sino también por su rica y compleja espiritualidad. En un esfuerzo por comprender esta dimensión más allá de los estereotipos, donde exploramos las creencias, rituales y prácticas que forman parte integral de la vida palenquera y su identidad cultural.
La espiritualidad palenquera tiene sus raíces en las religiones africanas, fusionadas con elementos del catolicismo, un sincretismo que refleja la resistencia cultural y la adaptación de las personas esclavizadas africanas. Los palenqueros creen en entidades espirituales y ancestros que influencian su vida diaria. Estas creencias no solo brindan consuelo, sino que también mantienen viva la conexión con sus raíces del contienente africano.
Los rituales en Palenque son ricos en simbolismo. Los ritos de paso, como bautizos y funerales, integran tradiciones ancestrales y son esenciales para la cohesión social. Julia Miranda, sabedora tradicional, explica: «En cada ceremonia, honramos a nuestros ancestros y mantenemos nuestras tradiciones vivas».
La música y la danza son fundamentales en las ceremonias espirituales. Los tambores, cantos y bailes no solo son formas de expresión artística, sino también medios de comunicación con los ancestros y entidades espirituales. Además, la medicina tradicional, practicada por curanderos, combina conocimientos sobre plantas medicinales, rezos y santiguos reflejando una cosmovisión donde lo espiritual y lo físico están intrínsecamente ligados. Por ejemplo, el Festival de Tambores y Expresiones Culturales de Palenque, que se ha estado realizando desde 1985, es un espacio donde por varios días convergen todas estas manifestaciones culturales. Este año, el festival está dedicado a las mujeres palenqueras.
En San Basilio de Palenque, el cementerio también representa un lugar espiritual, protección y conexión entre el más acá, el más allá y el reencuentro con el territorio ancestral. En una entrevista realizada al profesor Sebastián Salgado Reyes, acerca de la importancia del cementerio, nos dijo: «Para los palenqueros es muy importante este lugar y su ubicación, porque permite la protección y la salvaguarda de la vida en el momento en el momento de finalización del velorio lumbalú”.
El lumbalú es una ceremonia fúnebre de la comunidad palenquera, ejemplo del sincretismo cultural y religioso que caracteriza a los palenqueros, combinando elementos africanos con influencias católicas.
El velorio en la ceremonia del lumbalú suele durar nueve días y nueve noches, durante los cuales se llevan a cabo ritos que permiten que el alma del difunto transite hacia el otro mundo. En la última noche se realizan juegos y rondas de velorios con el fin de mantener despiertos a los acompañantes. Todos los miembros de la comunidad, incluyendo familiares, amigos y vecinos, participan en el lumbalú, uniéndose para rendir homenaje al fallecido y apoyar a los familiares en su duelo.
En una entrevista que realicé a mi padre, el docente y filólogo Bernardino Pérez Mirando, como narrador comunitario1 para el medio Baudó Agencia Pública, éste enfatiza: “Es el lumbalú la puerta de conexión entre la vida y la muerte. Y es a través de él que se alcanza la felicidad en esos tres mundos que representan cada una de las almas: el mundo supremo, esa conexión con la vida y el mundo terrenal y con el mundo de Kalunga. Ese Kalunga es el mundo de los mohanes”.
Como mencioné en mi previo artículo sobre el arroyo de Palenque, el Mohán representa la conexión entre el mundo terrenal y el mundo espiritual subacuático, como símbolo de respeto hacia la naturaleza y de precaución ante lo desconocido.
«Cabe señalar que, kasariambe es un espacio de interacción de las almas, de velar por la salud, protección y bienestar de los suyos, para permitirles el tránsito seguro, por el río Lambe en la canoa sin remo. Para nosotros el río Lambe, es ese camino entre nuestro mundo y la vida eterna», señaló Salgado Reyes.
La música y el baile son elementos cruciales de la ceremonia, con ritmos y cánticos de raíces africanas que tienen un significado espiritual y ayudan a guiar el alma del difunto en su viaje hacia el más allá. El tambor pechiche es un instrumento tradicional utilizado en la ceremonia del lumbalú, y su sonido es esencial en la creación del ambiente ritual, marcando el ritmo de los cantos y danzas.
El cántico fúnebre, “A pila e la lo”, suele acompañar este duelo, como lo explica Salgado Reyes, “Los familiares y amigos llevan el alma que permanece en la casa, a través del ritual ‘a pila e la lo’ [a pila el arroz], para integrarse con las dos [almas] que se desprendieron del cuerpo en el momento del fallecimiento, para dialogar sobre sus funciones en la protección de sus familiares”.
Para conocer más sobre el Lumbalú, les invito a ver este video de la Universidad de la Costa en conversación con Moraima María Cimarra Hernández, donde participé como enlace comunitario para la entrevista y filmación en mi comunidad de Palenque:
NOTA AL PIE:
- Se prefiere el término «narrador comunitario» porque refleja mejor el espíritu y la esencia de lo que hacemos. Mientras que «periodista» sugiere una cierta formalidad y distancia, «narrador comunitario» implica una conexión más íntima y directa con la comunidad. Narrar, en lugar de simplemente informar, sugiere contar historias desde adentro, capturando las voces, las emociones y las experiencias de las personas del territorio. Este enfoque resalta la importancia de dar vida a las historias locales, haciendo que las voces de la comunidad se escuchen de manera auténtica y significativa. Además, enfatiza el rol de compartir y preservar la cultura y las tradiciones, más allá de solo reportar hechos. ↩︎